La musicalidad en danza no necesita música. ¿Cómo se se hace aparente entonces la musicalidad, y hasta qué punto es social? Queremos definir la musicalidad en tanto que de habilidad social (Wacquant, Collins). Vamos a analizar cómo los bailarines comparten su juicio artístico al relatar las tareas coreográficas que han seguido en el ensayo de una pieza de danza. Nuestra premisa para este artículo es que la musicalidad forma parte de un vocabulario de motivos de justificación artística. Y que, en tanto que habilidad social, la musicalidad depende de la escucha y la fisicalidad. Para captar la variabilidad de la habilidad social de la musicalidad hemos observado qué sucede cuando el coreógrafo da instrucciones y dirige un ensayo, mediante una etnografia cognitiva de una compañía de danza inglesa. Como parte del corpus de datos recogido, hemos analizado mediante los principios de la teoria fundamentada 11 entrevistas a bailarines y bailarinas. Veremos que la unidad de análisis de este artículo no es ya el bailarín o la bailarína, sino la interacción social como un acoplamiento autoregulado entro dos o más miembros de la compañía. Los resultados muestran cómo la musicalidad es una habilidad social que sólo puede funcionar en relación a una red de habilidades sociales, entre las cuales se encuentra la fisicalidad y la escucha. Se trata, en definitiva, del producto local de la cognición distribuida en el estudio de danza
Musicality in dance does not need music. ¿How is musicality apparent in the dance studio, and to what extent is a social construct? We define musicality as a social skill. We analize how dancers share their artistic judgement when narrating the choreographical tasks that take place when rehearsing a new piece. Our claim for this paper is that musicality is part of a vocabulary of motives as artistic justification. As a social skill, musicality relies on two other social skills, listening and fisicality. To capture the variability of the phenomenon, we have observed what happens when the choreographer gives instructions and directs a rehearsal within a cognitive ethnography of a British neoclasical dance company. We selected from the general corpus of data 11 interviews to the company members, which we analized with grounded theory principles. Our findings show how our unit of analysis must be the interaction among dancers in a self-regulated coupling. Thus, we show how musicality is a social hability that can only work in a network of social skills, together with fisicality and listening. It is, in all, the local product of distributed cognition in the dance studio.
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