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Resumen de ¿Son arte las series de televisión?

Horacio Muñoz Fernández

  • español

    Desde que comenzó el boom de las series de televisión, los esfuerzos intelectuales de algunos críticos y especialistas se han centrado en legitimar unos contenidos visuales que emitidos en por un medio tan denostado culturalmente como es la televisión. Como ha explicado el filósofo José Luis Pardo, este proceso siempre ocurre cuando productos de la cultura popular superan el espacio que socialmente han tenido asignado. Las series de televisión han sido objeto de dos procesos sancionadores que buscaban ennoblecerlas. Por un lado, se les otorgó legitimidad estética aplicando cánones de la alta cultura. Así las series empezaron a compararse con la literatura, la novela por entregas o el arte. Por el otro, legitimidad moral considerando muchas obras como de protesta social, denuncia o testimonio. Javier Marías, Marta Sanz o Vicente Luis Mora han criticado este alto estatus cultural que han adquirido como consecuencia de su popularidad. Este último, por ejemplo, ha puesto en duda que las series televisión pudiesen ser consideradas como arte porque no favorecen una experiencia estética profunda sino una especie de sucedáneo, un ersatz que requiere poco esfuerzo intelectual. Aunque era necesario pinchar la burbuja cultural de las series, la crítica a su posible condición artística ha pecado de esencialista en su intento de separar o diferenciar lo que es el arte de lo que pertenece al ámbito de la cultura y el entretenimiento.

  • English

    Since the boom of television series started, intellectual efforts of critics and experts focused on legitimizing visual contents showed in a medium regarded as low-brow as is the television. As philosopher Jose Luis Pardo has explained, this process happens when products of popular culture surpass their socially assigned space. The television series have been the object of two processes that attempted to ennoble them. On the one hand, aesthetic legitimacy was bestowed upon them by applying highbrow standards to them. Thus, series started to be compared to literature, serialized novels or art. On the other hand, they were given moral legitimacy by being regarded as social protest, criticism or testimony works. Javier Marías, Marta Sanz or Vicente Luis Mora have criticized the new high cultural status they have achieved because of their popularity. The latter, for example, questioned that television series could be considered art because they do not foster a deep aesthetic experience but a kind of substitute, an ersatz that needs little intellectual effort. Although it was necessary to burst this cultural bubble of series, criticism of their artist status is too essentialist in its attempt to separate or differentiate what is art from what belongs to the field of culture and entertainment.


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