El presente trabajo se propone discutir la idea de una promesa de felicidad quebrada y la imagen de una posible humanidad liberada, en dos obras de Theodor Adorno referidas a su proyección sobre el arte pero no menos a su relación con la praxis política y al papel de la filosofía, a saber: Teoría de la nueva música (1949) y Teoría estética (1970). Trabajaremos las obras del autor desde los conceptos de arte, filosofía y praxis política, a fin de exponer los límites de la estética negativa de Adorno, que oscilan entre la inmediatez, que la filosofía no puede restituir, ligada a su lenguaje conceptual, sustrayéndosele la verdad que aparece en la experiencia estética, y lo absolutamente inexpresable y velado que expresan las obras de arte auténticas. Éstas últimas (la música particularmente) carecen de una función social explícita, y ahí radica la función de su negatividad crítica. La experiencia de felicidad que el arte promete no se correspondería con la praxis política, y sólo de manera aporética y destellante, solitaria y aislada de la humanidad, podría sobrevivir su potencial emancipatorio, en la renuncia y alejamiento de todo lo humano. Las obras de arte se sustraen del mundo identificado, de la extrema violencia en la incomunicación, por ello constituyen una promesa de felicidad quebrada.
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