El taxista que me recoge en la puerta de Antena 3 escucha la retransmisión de José Mª García, a pesar de que el emblema del club presidido por Mendoza cuelga del retrovisor de su vehículo. Es ese mismo José Mª García a quien es difícil encontrar la mirada e imaginar el pensamiento; ese que minutos antes agitaba sin método sus pies entre las patas de la silla del estudio mientras parecía quedar sin aliento entre golpe y golpe de palabras. Pero su voz no infarta. Controla cada gramo de onda que sale de su micrófono. Despedido de aquí y de allá, todos tiemblan al escuchar su nombre: José Mª García.
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