Incluso el nombre de esta ciencia, tribología, es poco conocido en nuestro país, salvo en los estrechos círculos constituidos por los investigadores que a ella se dedican. No es de extrañar, pues, que los progresos que se han producido en esta área, y que han desembocado en algunos éxitos importantes, no hayan alcanzado el grado de difusión y de aplicación práctica, a nivel industrial, que sería deseable.
A lo largo de este artículo, y tras una sucinta exposición de los objetivos que esta ciencia persigue dentro del campo del transporte, al cual está consagrada la Revista A.I.T., se hace referencia a la actuación de las sustancias tensoactivas sobre los materiales y a la posibilidad de aprovechar esta actuación en la preparación de las superficies metálicas que han de estar sometidas a procesos de rozamiento durante su funcionamiento normal.
Se hace una breve historia de las investigaciones de laboratorio que condujeron al descubrimiento de que los productos de degradación, mecánica o térmica, de una serie de polímeros resultaban ser sustancias tensoactivas para el hierro. Este descubrimiento desembocó en la preparación de unos lubricantes especiales, constituidos por lubricante estándar con adición de una cierta proporción de polvo de polímeros, destinados a servir como lubricantes de rodaje, en un ensayo en condiciones reales de explotación, para cojinetes de deslizamiento y para cajas de engranajes.
Los resultados fueron completamente satisfactorios tanto por la reducción conseguida en el tiempo necesario para el rodaje, como por el acabado conseguido en las superficies de contacto, con lo que se obtuvo un mayor período de trabajo útil de la maquinaria. Este incremento del tiempo de funcionamiento sin averías tiene, evidentemente, un efecto económico importante, objetivo final de toda investigación con fines industriales.
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