La destitución de Fernando Lugo como producto de la conflictividad social resulta paradójica ya que su gobierno avanzó en la inclusión de los sectores vulnerables. La decisión parlamentaria para efectuar un precipitado Juicio político refuerza el tradicional bipartidismo paraguayo en detrimento de la representación política de los sectores disidentes. Pero esta actitud resulta anacrónica y peligrosa en el actual contexto de Interdependencia global donde los países socios tienen mucho que decir sobre la calidad de la democracia de sus países miembros. El peligro principal recae sobre el tipo de democracia que en lugar de fomentar la representación política de la pluralidad cierra las posibilidades a la negociación de la democracia consensual y abre la puerta a la conflictividad social.
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