Para que un medicamento actúe sobre la sensibilidad del tejido dentinario es necesario que tenga un poder de infiltración en los canales capaz de formar un tabique que lo separe de los elementos sensitivos. El éter y el alcohol, dos de los componentes de la fórmula insensibilizadora Hartman, poseen un poder de penetración lento y escaso. Dicha fórmula parece habernos llegado incompleta, ya que su penetración en los canalículos dentarios es escasa y no afecta a los lipoides (fosfátidos), la graduación alcohólica no es la apropiada, el timol y el alcohol sólo pueden actuar como desinfectantes dentinarios, y el éter es ligero y fugaz.
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