No es posible descender de la medicina genérica a una tan especialísima, característica, peculiarísima y delicada como la dental. No comprendemos cómo se puede actuar sobre los maxilares de un paciente de tres años de edad sin tomar como punto de apoyo los dientes que de tres a cuatro guarnecen la boca del infante. Los dientes, sin que sean los generadores de los huesos que los sostienen, sí podemos decir que son por su número, forma, disposición topográfica en el campo bucal y sus funciones, los moldeadores de los maxilares y de los demás huesos.
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