La farmacopea en odontología debe ser considerablemente reducida. Se deben aplicar a nuestra especialidad las mismas leyes que a la cirugía general: cada vez que operamos en una caries de tercero o cuarto grado, ponemos en comunicación al medio interno con el medio exterior; sabemos la abundancia y la virulencia de la flora bacteriana bucal y nuestro deber estricto es el de prevenir la introducción de gérmenes patógenos en los canales radiculares. Para esto nos es necesario un aislamiento absoluto del diente, bien con la aplicación del cofferdam o de otros medios aisladores que impidan a la saliva, la sangre, el pus y los diversos exudados ensuciar la herida.
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