A los dos años de edad aparecen las primeras manifestaciones ganglionares en el cuello; con alternativas de agudización y estacionamiento del proceso ganglionar siguió la enfermedad su desarrollo, quedando sometida a medicación tónica. A los veintidos años sufrió una irritación de la mucosa nasal y ocular, con hinchazón del lado derecho de la cara, haciéndose necesaria la extracción de tres piezas. Se presentó una fístula por donde asomaba un cuerpo que daba sensación de dureza.
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