Se presenta un caso de reciente fractura del cuerpo del maxilar inferior, en el que el doctor ha apelado al tratamiento más sencillo que pudo concebir. Presenta tres proposiciones para justificar el interés con el que trata de excitar nuevamente esta cuestión: 1) De cuantos huesos se contienen en el cuerpo humano, es el maxilar inferior el más expuesto a sufrir lesiones; 2) Fracturado éste, es el que mayores dificultades ofrece para el ajuste o coaptación de sus fragmentos; 3) En la mayoría de los casos, además de producir dolores el uso de ligaduras interdentarias, lleva consigo inútiles inconvenientes.
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