Villanueva de la Cañada, España
Hay una creencia extendida que supone que el apellido es sólo una particularidad propia de la onomástica nobiliaria en la Edad Media. Tras haber analizado numerosos textos, en especial de carácter administrativo y judicial, observamos que el apellido se mostraba como una referencia esencial que se empleó para incluir al individuo dentro de un determinado ámbito fiscal y jurídico. El apellido patronímico era, en principio, una referencialidad nominal que señalaba la asociación de las personas entre sí, dentro de las características fórmulas vasalláticas medievales, y que terminó por emplearse en el reino de Castilla para relacionar bien a personas de un mismo grupo familiar, genético o no, usando procedimientos tradicionales como el «avunculato», bien para acoger a un individuo bajo el amparo de un sujeto o de una institución capaz de darle protección y transmitirle sus derechos y privilegios. Desde ese indicador nominal, acompañado habitualmente también de un patronímico, toda persona que gozaba de un status jurídico recibía un apelativo que lo definía jurídicamente al asociarlo a un determinado lugar, en el que quedaba adscrito, o a una corporación, constituyéndose por fin el apellido moderno cuando éste pierda definitivamente dicho sentido referencial y adscriptivo y pase, en especial tras el Concilio de Trento, a no ser sino un designador nominal de una persona pero sin más valor que el clasificatorio, vacío de contenido semántico y descriptivo.
There is a common misbelief that surnames in the Middle Ages were specific to the onomastics of the nobility. Based on an analysis of numerous texts of a specifically administrative and judicial nature, we can observe that surnames were a basic item of reference used to link the individual to a given fiscal and legal domain. Originally, the patronymic surname was used as a nominal reference that indicated the association of a group of people amongst themselves within characteristic medieval formulas of vassalage. This nomenclature was used in the kingdom of Castile to relate people of a same family group, be they genetically bonded or otherwise, using traditional procedures such as the avunculato, in order to include an individual under the protection of another person or institution capable of providing for him and transmitting his rights and privileges. Based on this nominal reference and often coupled with a patronymic, every individual who possessed a legal status would receive a name that would define him legally via association with a specific place to which he would be ascribed, or to a corporation, definitively constituting the modern surname when its referential and ascriptive meaning was finally lost. Especially after the Council of Trent, the surname came to be no more than a nominal indicator of an individual with no further classificatory value, devoid of its semantic and descriptive content.
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