Generalidades. El tratamiento local mediante toxina botulínica constituye una terapia eficaz de diversos trastornos del movimiento. Sin embargo, hasta ahora no se ha realizado una evaluación sistemática de su utilidad en el bruxismo.
Pacientes y métodos. Los autores estudiaron 18 pacientes con bruxismo grave y con una duración media de los síntomas de 14,8 ± 10,0 años (intervalo =3-40 años). Los pacientes presentaban dientes desgastados y trastornos del habla, la deglución y la masticación. Asimismo, los procedimientos médicos y quirúrgicos utilizados no habían conseguido aliviar sus síntomas. Durante 123 visitas consecutivas, los autores administraron un total de 241 inyecciones de toxina botulínica tipo A en los músculos maseteros de los pacientes. La dosis media administrada de toxina botulínica en cada lado de los dos músculos maseteros fue 61,7 ± 11,1 unidades ratón (MU; intervalo = 25-100 MU).
Resultados. La duración total media de la respuesta al tratamiento fue de 19,1 ± 17,0 semanas (intervalo = 6-78 semanas); el efecto medio máximo ( en una escala de 0 a 4 en la que "4" significa ausencia total de rechinar de dientes ) fue de 3,4 ± 0,9 . Solamente un paciente (5,6%) comunicó como efecto secundario disfagia tras la administración de toxina botulínica tipo A.
Conclusión. Los resultados de este estudio sugieren que la toxina botulínica administrada por médicos debidamente entrenados constituye un tratamiento seguro y efectivo en los pacientes que presentan un bruxismo grave, sobre todo en los casos en que se asocia a trastornos del movimiento. No obstante, este tipo de tratamiento debe tener tenerse en cuenta tan sólo para aquellos pacientes rebeldes a la terapia convencional. Los futuros estudios controlados con placebo serán muy útiles para valorar el potencial de la toxina botulínica en el tratamiento del bruxismo.
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