En este texto me propongo mostrar cómo la representación de la insurrección armada chiapaneca de 1994 del Ejército Zapatista de Liberación Nacional fue moldeada a partir de ese año no por su dinámica interna, sino por un sector de la intelectualidad de izquierda y por la sociedad civil mexicanas, que crearon un imaginario de los rebeldes como indígenas no contaminados por la modernidad que vivían en un estado �natural�. Al no ser esto cierto, los intelectuales simpatizantes pudieron integrarse al grupo armado, pero no definir su política y práctica de una manera adecuada. Sin embargo, los principios y la formación política sobrevivieron en el grupo armado chiapaneco.
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