La tecnificación de la agricultura en México está subordinada a una dependencia científica y tecnológica, debido a que la estrategia de investigación usada por el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) ha sido modelada siguiendo las pautas de los países desarrollados. Las innovaciones tecnológicas generadas por el INIFAP se basan en el empleo de agroquímicos y no consideran las tecnologías campesinas, por lo que su uso es bajo entre los pequeños productores. En una investigación de campo hecha en 2002 con una muestra de 1884 maiceros del estado de Tlaxcala se encontró, primero, que el empleo de tecnología moderna fue bajo; segundo, que las tecnologías campesinas son esenciales para el manejo del maíz, ya que 92% emplearon semilla criolla, 65 y 76% realizaron asociación y rotación de cultivos, 64% usaron distintas técnicas de conservación de suelo y 66% aplicaron estiércol; finalmente se halló que cuando los productores emplean tecnologías campesinas, obtienen mayores rendimientos por hectárea.
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