Jesús María Zaratiegui Labiano
España era en 1962 uno de los pocos países occidentales donde no había una libertad religiosa real, la religión católica era la del Estado y se practicaba la simple tolerancia con protestantes y judíos. Las discusiones del Concilio Vaticano II (1962-1965) mostraron que este tema sería central en la evolución posterior. La actitud recelosa de los obispos españoles fue cambiando a medida que entraban en contacto con sus colegas de todo el mundo. En este artículo analizamos el eco que el Concilio tuvo en España y la respuesta tanto de la jerarquía eclesiástica como del gobierno del general Franco
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