Este artículo analiza la puesta en escena de la comedia cervantina La gran sultana por la Compañía Nacional de Teatro Clásico bajo la dirección de Adolfo Marsillach. Un estreno que se produjo en 1992, año simbólico de la democracia española, y en un contexto de reivindicación personal e institucional por parte de Marsillach. Con el estudio del esteticismo extremo del montaje y de su espectacularidad, este trabajo constata el diál ogo que, desde la escena, entabla el director con la filología y con sus opiniones sobre el Cervantes autor de comedias
This article analyzes the staging of the Cervantine comedy La gran sultana by the Compañía Nacional de Teatro Clásico, directed by Adolfo Marsillach. The play was performed for the first time in 1992, a symbolic year of the Spanish democracy, and in the context of a personal and institutional claim by Marsillach. With the analyses of the staging’s extreme aestheticism and its spectacular nature, this article sets forth the dialogue in which the director engages, from the point of view of the scene, with philology and with his opinions about Cervantes as an author of comedias
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