El director, guionista y realizador de cine Rafael Alcázar conserva la mirada bondadosa y el semblante despierto de aquel niño que fue, del que nos habla en su primera novela, El tiempo de las ilusiones sencillas. Gracias a su memoria prodigiosa para las imágenes, en esta novela contemplamos vivas escenas de su infancia, inocentes y tiernas, de amistad con Lito y Adolfo en un pueblo de Toledo en los años cincuenta.
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