El aislamiento cultural y la falta de información exterior en la España de la posguerra marcó de individualismo e independencia a aquellos pocos que se interesaban por la arquitectura. Sin unidad, pero con grandes inquietudes, arquitectos como Fisac, De la Sota, Sáenz de Oiza, Cabrero, Coderch, Aburto, Fernández del Amo, Corrales, Molezún, comenzaron a entender las influencias exteriores de diferentes maneras y tomando posturas diversas. Actitudes individualistas sobre las cuales De la Sota afirmará: “Cada uno trabajábamos de una manera muy individual y cada uno entendía las influencias exteriores, que eran como salpicaduras, a su manera. En cada viaje uno volvía transformado, con cada nuevo libro, igual, pero siempre se hacían las cosas con una aportación propia y personal.”, cuestión que Fisac ratificará expresando: “éramos pocos a los que nos interesaba la arquitectura pero no teníamos absolutamente ninguna unidad”.
Unos optaron por viajar al extranjero analizando la arquitectura desde la realidad, como lo haría Miguel Fisac, otros viajarían a su mundo interior profundizando en el conocimiento a través de revistas y libros, como Alejandro de la Sota. De una forma u otra, con sus aportaciones propias y personales, pretendían dar respuestas a un espíritu moderno y enriquecer su propia formación en el campo de la arquitectura.
Buscaban la línea de flotación “cuando se abrieron las compuertas y llegó el agua del exterior” -como apuntaría De la Sota-, al igual que en el “flujo del habitar”. La preocupación por dar vida a la arquitectura en un ambiente de posguerra, les llevaría a la consideración del “programa” como punto de origen de toda posible obra arquitectónica, como fundamento, sin buscar criterios estéticos sino necesidades humanas. Los nuevos problemas y circunstancias conseguían sus respuestas en el análisis del programa, reflexionando sobre los ritmos de vida, citaría De la Sota: “Desde mis primeros años de profesión entendí que todo giraba en ese “estar bien”, entendía que tenías que albergar a gente para “que estuviera bien”, a su vez Fisac consideraría que el programa es “el esencial punto de arranque y la fuente de toda posible creatividad arquitectónica.”. Ambos con actitudes autodidactas e íntimas, influidas por informaciones exteriores, indagarán en el “programa” como cimiento de la arquitectura moderna española. Influjos funcionales que Fisac conoció en sus viajes a los países nórdicos -en los edificios de Asplund-, y a los que De la Sota dará forma partiendo de dibujos, basados en los planteamientos del arquitecto Eero Saarinen, que posteriormente construirá. Proyectos apoyados en las influencias externas –tanto de nuevas informaciones provenientes de fuera de España, como de las vinculadas con los flujos de vida en un ambiente de posguerra- que darán una arquitectura particular, por personal, a favor de la sociedad, cuya validez sigue presente ante las circunstancias actuales.
Palabras clave: Viajes, programa, influjos externos, escasez, arquitectura moderna española.
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