El desarrollo financiero en el Ecuador ha mostrado durante las últimas décadas resultados bastante pobres, sin que los directivos de la banca encuentren soluciones efectivas. La gestión de las carteras de créditos y las obligaciones con el público son cortoplacistas, siendo los intereses de estas últimas muy lejos de las primeras. Si se otorga créditos a proyectos productivos en las actuales condiciones, el descalce de plazos es una verdadera amenaza para la estabilidad del sistema financiero, haciéndose indispensable medidas regulatorias por parte del Estado a las operaciones contingentes y pasivas. Más allá de la actual política de industrialización por sustitución de importaciones selectivas, la dependencia y el subdesarrollo del país plasmado en un persistente desequilibrio externo las exigen.
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