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Resumen de Reconstruyendo La Roiba

Pablo Olalquiaga Bescós, María Vázquez Molezún

  • Dentro de la ensenada de Bueu y muy próximo a la playa de Beluso, en la ría de Pontevedra, se sitúa la pequeña playa de La Roiba, donde el arquitecto coruñés Ramón Vázquez Molezún (1922-1993) construyó a finales de los sesenta una pequeña vivienda para disfrute de su familia durante el periodo estival. Este pequeño refugio supuso toda una lección de sostenibilidad, adaptación y respeto hacia su entorno, tomando como base y cimentación parte de los muros de mampostería de granito de una fábrica de salazones preexistente. Un buen ejemplo de �casa de arquitecto� que recoge parte de las experiencias y atributos de proyectos anteriores, como el diálogo con el paisaje, la preocupación por la orientación o relación entre arquitectura y horizonte.

    Molezún experimentó con el espacio doméstico, adaptando la vivienda a la estética y funcionalidad marinera y, por ello, en La Roiba nada es convencional: la planta sótano es un pañol que se inunda cuando suben las mareas, los dormitorios son camarotes que durante el día permanecen abiertos y se conectan con la sala de estar en un espacio unitario, diferentes sistemas de poleas abren y cierran compuertas y las cubiertas recogen agua de lluvia para su reutilización.

    Una obra que nunca finaliza, pues se transforma y adapta a las crecientes necesidades de la familia. Dentro de esta transformación permanente se entiende la relación de lo nuevo con lo existente. En la primera fase (1967- 69), un volumen abstracto se posa sobre un basamento de piedra regularizado, aislando la vivienda del acceso y abriéndola al mediodía y a la ría. Ese volumen es un homenaje a la arquitectura del Movimiento Moderno (hormigón armado, ventana corrida, cubierta plana y ajardinada). Molezún vivió en su arquitectura y entendió con los años que ese trasunto marinero presente en el interior debía trasladarse al exterior. Aprovechó la ampliación para que en una segunda fase (1975-80) La Roiba se mimetizara con la estética de la ría incorporando lo vernáculo al volumen original (cubierta inclinada, teja árabe y muros blancos).

    En el año 2001, un espigón construido a 100 metros de la vivienda para proteger el nuevo puerto de Beluso transformó de forma irreversible el comportamiento de las mareas en esta zona de la ensenada. Las precauciones que el arquitecto tomó a la hora de defender su vivienda frente a los temporales de poco sirven en la actualidad, pues, debido a esta seria alteración del puerto, las olas azotan con fuerza el extremo sur .el más desprotegido. arrastrando con ellas piedras de gran tamaño. Este serio problema que atentaba contra la integridad del edificio se aprovechó como una oportunidad para movilizar a arquitectos sensibilizados y demostrar que es posible proteger el patrimonio arquitectónico moderno español. Pero también fue una oportunidad para volver a aprender de La Roiba, redibujando sus plantas y analizando su estructura y construcción. En definitiva, entendiendo cómo Molezún protegió la edificación de las mareas y como se debían llevar a cabo las obras de restauración, cuya primera fase se culminó en octubre de 2014.


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