En las actuales condiciones de globalización es necesario diferenciar y precisar los términos de trabajo y empleo, que en muchas ocasiones se usan como sinónimos. El empleo representa sólo una parte del trabajo social; es el trabajo que entra directamente en la circulación de las mercancías como fuerza de trabajo, por lo cual recibe una remuneración o un salario. La otra parte del trabajo social, está representada por todas las actividades no remuneradas en el ámbito doméstico y comunitario que permite la reproducción y el reemplazo generacional de la fuerza de trabajo. El asunto cobra relevancia porque, mientras que el empleo como producto de la dinámica propia del capitalismo disminuye, el trabajo individual familiar y comunitario se incrementa como posibilidad de sobrevivencia. Se ilustra con el caso de México cuyo período de salarización más generalizado transcurre en la etapa del desarrollo estabilizador. Finalmente se recalca que el trabajo social está adquiriendo una expresión diferente a la del trabajo asalariado.
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