La condición de Andalucía como territorio abonado para el florecimiento y esplendor del Barroco es una afirmación de sopetón pero que encuentra matices y peros. Bajo la etiqueta Barroco caben capítulos singulares y Andalucía es uno de ellos. No hay una cuna para este movimiento artístico, que se reproduce a sus anchas dentro un mismo país. De la misma forma conviven los escenarios civiles -palacios- y religiosos -conventos- sin que entre éstos la relación vaya más allá de compartir una misma ciudad de convivencia.
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