A pesar del voluntarismo por parte de la Ministra de Educación, el sistema escolar argelino, que se enfrenta a un índice de fracaso importante, experimenta dificultades para modernizarse. El sector público, expuesto a la competencia de una enseñanza privada en expansión, sufre un déficit de infraestructuras. El resurgimiento del fervor religioso y las polémicas con respecto al uso de la lengua árabe contribuyen a su debilitamiento.
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