El terrorismo yihadista ha conseguido convertir Irak no solo en un campo abierto al combate, sino en un espacio de batalla para la captación, la radicalización, el reclutamiento, el entrenamiento y la comisión de atentados. Ha conseguido de esta manera favorecer la perpetuación a nivel propagandístico y propiamente fáctico de la yihad en el escenario pos 11S. Organizaciones, células y grupos que se guían por distintas dinámicas organizativas han logrado generar un nivel sostenido de violencia contra civiles y militares gracias a su confianza en unos principios compartidos (fundamentalmente, los del islamismo radical), y al planteamiento de unos objetivos comunes (principalmente, la conversión de Bagdad en el epicentro geopolítico de la yihad global). La eficacia de la estrategia de contrainsurgencia y de contraterrorismo para neutralizar esta amenaza vendrá determinada, en gran medida, por la capacidad de coordinación y compenetración de las fuerzas militares de Estados Unidos y sus aliados con los propios cuerpos de seguridad iraquíes.
Global jihadist movement has been able to convert Iraq not only as an open combat field, but in a battle space to attract, recruit, radicalize, train and execute terrorist attacks. Thus it has been able to favour the everlasting mediatic and factual impact of the jihad post 9/11. Organizations, cells and groups guided by different organizational dynamics have been able to generate a sustained level of violence against civilian and military targets, due to their trust to shared principles (mainly from the radical Islamism) as well as from their confidence in common goals (mainly to convert Baghdad as the geopolitical core of the global jihad). The effectiveness of the counterinsurgency and counter terrorism strategy to neutralize this threat will be determined, mainly by the coordination and interpenetration of the US military forces and their allies with the Iraqi’s own security corps
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