La configuración de la memoria social cono-sureña sobre el legado de violencia que remite al Plan Cóndor continúa gestándose a nivel de la producción cultural de cada uno de los países involucrados. Si el enfoque histórico-sociológico ha generado estudios transnacionales que dan cuenta de dicho proceso, el arte documenta la representación y reflexión sobre experiencias individuales que a nivel político y público aún negocian su inclusión en el imaginario social. Situada en el marco descrito, la novela paraguaya Los nudos del silencio (1988) de Renée Ferrer se erige como proyecto ético-estético signado por el género y representa episodios de violencia específicamente sexual. Atendiendo a dicha construcción, el presente artículo identifica y aborda dos maniobras centrales desplegada por la novela: la exploración de la potencialidad del lenguaje como instrumento de denuncia de lo atroz y la problematización de la noción de hermandad femenina transnacional. La representación de la victimización y el rol asignado a los lectores son abordados a partir de un marco feminista-narratológico. Consideraciones sobre la naturaleza inestable del lenguaje guían la interpretación de los episodios en que se representa la tortura en tanto la reflexión sobre lo erótico como abuso sirve de herramienta para abordar el segundo punto.
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