El autor analiza por qué entre los profesionales goza de mayor agrado mediar que ser mediado, y por qué, aunque la mediación tiene una amplia aceptación ciudadana, no ha conseguido en nuestro país su plena consolidación social, y la necesidad de invertir tales tendencias en pro de la mediación como mecanismo transformador y ejercicio de libertad y responsabilidad de los mediados.
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