Somos pobres y también queremos vivir en la ciudad, somos paraguayos y tenemos derecho a un pedazo de tierra donde vivir, ya que así lo garantiza la Constitución Nacional era el clamor que hacían escuchar los movimientos sociales urbanos que invadían terrenos libres, allá por mediados de la década de los 80, en que la expresión de la demanda de servicios urbanos había alcanzado su máximo nivel de conflictividad.
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