El plan de reestructuración para enderezar la compañía propuesto por su nuevo CEO, Stefan Larsson, contempla al menos 1.000 despidos y el cierre de 50 tiendas propias. La firma de ropa y de perfumes estadounidense necesita conectar con los nuevos consumidores que ya no se sienten atraídos por el estilo sport chic que representa la marca.
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