El petróleo es, desde hace muchos años, un combustible clave para la generación de energía. Y la energía resulta ser una de las claves del bienestar de las sociedades, especialmente de las más desarrolladas; razón por la que el petróleo presenta una notable dimensión estratégica y en consecuencia es también un arma política. Buena prueba de ello es la decisión adoptada en 1973 por la OPEP, de no suministrar petróleo a los países alineados con Israel, o la invasión de Kuwait por el Irak de Sadam Hussein en 1990. En este artículo se plantea cómo el petróleo ha sido un arma política y lo seguirá siendo, lo cual explica los esfuerzos de muchos países por reducir la dependencia de su importación.
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