En los inicios de la era de la globalización se había decretado la muerte del Estado, fagocitado por las grandes corporaciones. Fue Antonio Negri uno de los pensadores que le dieron el responso y celebraron la instalación del imperio omniabarcador y flexible que terminaría siendo derrotado por la informe multitud. La historia es impiadosa con quienes largan al aire su encendida imaginación como si de ella surgiesen verdades. Hoy a nadie se le ocurre afirmar que los Estados han desaparecido. Es cierto que en ellos y sobre ellos sobrevuelan poderes que intentan someterlos con suerte diversa, pero los Estados siguen siendo realidades palpables que es necesario analizar, sobre todo en América Latina en la etapa de la construcción de la Patria Grande.
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