¿La irreductible pluralidad de culturas puede, debe, encontrar “derecho de ciudadanía” en las nuevas configuraciones de nuestro mundo? Con vistas a esclarecer filosóficamente esta cuestión que hoy es crucial, examinamos en primer lugar la idea misma de “cultura” antes de ver cómo puede dar lugar a realizaciones diversas. Entre los extremos opuestos de la clausura ideológica y de la fragmentación estética, buscamos orientarnos hacia un acuerdo razonable susceptible de apelar a cierta trascendencia ético-espiritual. Esbozo, pues, de una dinámica lógicamente significante que corresponde, a todos y a cada uno, volver históricamente pertinente.
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