La teoría de la tectónica de placas generalmente nos lleva a considerar que Iberia fue una placa independiente, separada de Europa por la falla Norpirenaica (FNP). De esta manera, la FNP ha sido interpretada normalmente como una falla transformante asociada con un gran movimiento antihorario transverso y rotacional que permitió la apertura del Golfo de Vizcaya y el movimiento relativo de Iberia hacia el este durante el Mesozoico. Según algunas interpretaciones, este movimiento podría haber generado una brecha entre placas de varios cientos de kilómetros de amplitud, que condujo a la creación de corteza oceánica durante el Jurásico Superior y Cretácico inferior. Sin embargo, estudios de campo llevados a cabo recientemente en el Pirineo no apoyan estas interpretaciones. La FNP de edad terciaria se observa en el Pirineo central y oriental, donde los primeros investigadores la definieron como el límite entre la Zona Norpirenaica y la Zona Axial. Sin embargo, esta falla no puede ser identificada en la parte occidental de la cordillera, al oeste del valle de Ossau. En consecuencia, la evolución geodinámica de Iberia ha sido siempre dependiente de Europa, especialmente durante el fallido rifting oceánico del Cretácico medio. De hecho, durante este período, la corteza continental Europea y la Ibérica estaban separadas por una zona central de adelgazamiento cortical ocupada por cuencas turbidíticas. La exhumación mantélica se localizaba únicamente en la cuenca de Mauléon. Por lo tanto, lejos de ser una cordillera entre-placas, el Pirineo no puede tampoco ser considerado como una unidad intraplaca. Podemos definir este cinturón orogénico como el resultado de la «inversión tectónica durante el Terciario de un sistema de rift del Cretácico medio». De acuerdo con esta nueva interpretación, Iberia no sería una placa aislada sino que representa una parte inestable en la periferia de Europa. Más que mostrar las características de una unidad litosférica rígida con límites bien definidos, Iberia agrupaba diferentes bloques corticales sometidos a movimientos específicos en momentos concretos. Durante el Mesozoico, desplazamientos normales, inversos o de desgarre a lo largo de las fallas que los limitan, generaron varias cuencas en échelon (Bilbao, Logroño, Soria y Maestrazgo en España; Parentis, Arzacq y el surco Flysch Norpirenaico en Francia) cuyo desarrollo diacrónico da cuenta de la apertura del Golfo de Vizcaya y del movimiento relativo W-E sinistrorso de la corteza ibérica con respecto a la corteza Europea. De esta manera, observamos un decalaje paleogeográfico más marcado en el País Vasco occidental que en Cataluña oriental. Por lo tanto, el Pirineo no fue generado por una «colisión entre-placas», sino que simplemente refleja la confrontación de dos dominios continentales distendidos pero continuos durante el Terciario, que conduce a la subducción incipiente de la corteza Ibérica bajo la corteza Europea. Esta zona de confrontación / convergencia no se corresponde en modo alguno con la FNP, sino que comprende una estructura imbricada compleja puesta de manifiesto por un salto en el Moho, tanto en el Pirineo como en la franja cantábrica, que recientemente ha sido denominada como la «Falla Noribérica».
The plate tectonics theory generally leads us to consider that Iberia was an independent plate separated from Europe by the North Pyrenean Fault (NPF). The NPF has been commonly interpreted as a transform fault associated with a huge counterclockwise transverse and rotational movement that allowed the opening of the Bay of Biscay and the relative eastward motion of Iberia during the Mesozoic. According to some interpretations, this movement may have generated an interplate gap several hundreds of km wide, which led to the creation of an oceanic crust during the Late Jurassic and Early Cretaceous. However, field studies recently carried out in the Pyrenees do not support these interpretations. The North Pyrenean Fault (NPF) of Tertiary age is observed in the central and eastern Pyrenees, where pioneering researchers defined it as separating the North Pyrenean Zone from the Axial Zone.However, this fault cannot be identified in the western part of the range to the west of the Ossau valley. Consequently, the geodynamic evolution of Iberia has always been dependent on Europe, especially during the failed oceanic rifting in the Mid-Cretaceous.
Indeed, during this period, a central zone of crustal thinning occupied by turbiditic basins separated the European from the Iberian continental crust, with a very localized mantle exhumation found only in the Mauleon basin. Therefore, far from being an interplate range, the Pyrenees can neither be considered as an intraplate unit. We can define this orogenic belt as resulting from the “Tertiary tectonic inversion of a Mid-Cretaceous rift system”. According to this new interpretation, Iberia would not have been an isolated plate but represented an unstable, outlying part of Europe. Rather than displaying the features of a rigid lithospheric unit with well-defined boundaries, Iberia grouped together different crustal blocks undergoing specific movements at particular times. During the Mesozoic, normal, reverse or strike-slip displacements along their boundary faults generated several en échelon basins (Bilbao, Logroño, Soria and Maestrazgo in Spain; Parentis, Arzacq and the North Pyrenean Flysch Trough in France) whose diachronous development accounts very well for the opening of the Bay of Biscay and the relative W-E sinistral movement of the Iberian crust with respect to the European crust. In this way, we note a more marked paleogeographic shift in the western Basque region than in eastern Catalonia. Therefore, the Pyrenees were not generated by an “interplate collision”, but merely reflect the confrontation of two distended but continuous continental domains during the Tertiary, leading to the incipient underthrusting of the Iberian crust under the European crust. This zone of confrontation/convergence does not correspond in any way to the NPF, but rather comprises a complex imbricated structure revealed by a jump in the Moho, both in the Pyrenees and in the Cantabrian belt, which has recently become known as the “North Iberian Fault “.
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