El presente artículo nos interpela acerca de si vivimos en un período de transición epocal que requiere nuestra inmediata atención. La crisis financiera de 2008 y sus dramáticas consecuencias en la vida de millones de ciudadanos de las dos principales potencias económicas del planeta —la Unión Europea y Estados Unidos— han revelado, para quien todavía necesitara pruebas de ello, la naturaleza global de los cambios sistémicos operados en el mundo desde la década de 1980. Todos los indicadores señalan que el período histórico conocido como modernidad ha llegado a su fin.
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