Montevideo 2 am. La ciudad está tranquila. Se puede caminar zigzagueando sin riesgo de pechar a nadie. Perros y hurgadores salen a merodear por los rincones de la Ciudad Vieja. Desde lejos llega el murmullo de los boliches, el sonar de las copas, las carcajadas, las bocinas. Al doblar la esquina de Colonia y Florida, una ráfaga de viento envuelve al peatón nocturno. Montevideo es una de esas ciudades donde el viento hace levantar la cara. Y si se levanta la cara justo ahí, en la esquina de Colonia y Florida, lo primero que se divisa es el cartel luminoso del Casino Victoria Plaza. Puertas adentro, otra ciudad despierta.
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