En un medio netamente industrial como el de la aviación, donde se mide la eficiencia por horas voladas, con una tecnificación que presentó desarrollos inesperados en el siglo pasado, es difícil encuadrar al ser humano. El ser humano no es medible, no es cuantificable en calidad, y sobre todo es imposible determinar su respuesta a determinadas situaciones. Sin embargo, el factor humano en este medio fue, es y sigue siendo el punto de quiebre en todos los procesos.
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