En Irán, la creciente presencia de las mujeres en todas las esferas de la vida social resulta cada vez más relevante. Mientras el régimen persigue a las jóvenes en virtud de su «vestimenta inadecuada», muchas de ellas establecen una suerte de juego entre el gato y el ratón con las policías de costumbres, al tiempo que lograron derribar algunas de las barreras que aún les impiden avanzar. Su elevado nivel de instrucción (son mayoría en las universidades) facilita su independencia y la reivindicación de sus derechos, todavía postergados por la tradición islámica del país persa.
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