En verano librarse en la Hoya de Huesca del sofocante abrazo del sol es una misión imposible, o casi. Aunque esta comarca es amplia y variada, incluso en las sierras prepirenaicas que la limitan al norte el calor cae a peso hasta la atardecida. Solo algunas rapaces cortan con su sombra los bien delineados rastrojos para recordar a los turistas que van por buen camino.
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