E. Huertas Hoyas, Eduardo José Pedrero Pérez, M. Martínez Campos, M. Laselle López
Introducción. El uso de autoinformes sobre síntomas de mal funcionamiento en la vida diaria derivados de déficits funcionales de origen prefrontal se ha generalizado en la práctica clínica, dado que permiten aportar validez ecológica incremental a otras pruebas específicas. Sin embargo, queda por determinar si la autoevaluación es suficiente por sí misma o es preferible la participación de un evaluador externo. Sujetos y métodos. Se administró el inventario de síntomas prefrontales (ISP) a 115 sujetos en tratamiento por diversas patologías cerebrales. La misma prueba, referida al paciente, se administró a algún profesional que siguiera estrechamente la evolución del caso y, cuando fue posible (n = 88), a un familiar o cuidador. Se exploró la bondad psicométrica del ISP en las tres muestras y se estimó el grado de correlación y concordancia entre las tres evaluaciones. Resultados. Las tres evaluaciones mostraron correlación significativa, aunque los pacientes declararon menos síntomas que sus familiares y cuidadores en funcionamiento ejecutivo. Las evaluaciones de familiares y pacientes se superpusieron y mostraron un alto grado de concordancia en perfil y magnitud. Conclusiones. Se recomienda, junto con la obligada evaluación neuropsicológica, la cumplimentación de cuestionarios o inventarios de síntomas como el ISP, con probada robustez psicométrica, que permitan explorar el impacto de las disfunciones cerebrales en el funcionamiento cotidiano. Dado que muchas de estas disfunciones se acompañan de diversos grados de anosognosia, se recomienda su administración a observadores externos, familiares o profesionales, de cara a obtener una evaluación más adecuada de la magnitud de las dificultades funcionales.
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