Los casos de variación en las condiciones de satisfacción de enunciados sin deícticos, junto con la asunción de un principio de proposicionalidad, han llevado a filósofos como Carston a defender la idea de que nuestros pensamientos son inefables, esto es, no codificables en lenguaje natural. En contra de este enfoque argumentaré, por un lado, que esta teoría no puede aplicarse al pensamiento consciente y, por otro, que podemos explicar tanto los casos exitosos de comunicación como aquellos en los que es necesario que el hablante precise qué quería decir sin recurrir a pensamientos inefables.
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