La estancia Calera de las Huérfanas, Monumento Histórico Nacional, fue uno de los mayores enclaves jesuitas en territorio uruguayo. Dedicada fuertemente a la producción ganadera y hortícola, fue también centro productivo de ladrillos y cal, utilizados para la edificación de las instalaciones propias de la estancia y comercializados en toda la región, en particular en Buenos Aires.
Actualmente se conservan en pie algunas de las edificaciones propias del casco de estancia, entre las que destaca la capilla construida hacia 1741 en ladrillos cerámicos macizos tomados con morteros de arena y cal. La edad de esta construcción, sumada al hecho de la inexistencia de la cubierta abovedada (que según datos históricos colapsó en los primeros años del 1800, después de la expulsión de los jesuitas), ha sometido a las estructuras murarias a un intenso proceso de deterioro que incluye desplomes, alabeos y grietas, comprometiendo su estabilidad y consecuente conservación.
Ya en el siglo XX, en los años 1938 y 1950 con el objetivo de evitar su colapso fueron incorporados elementos de refuerzo estructural, consolidadas las juntas y reparadas con morteros cementíceos algunas grietas y fisuras presentes en los muros. Estas intervenciones, algunas más acertadas que otras, integran actualmente la realidad material del Monumento, pero no representan una solución definitiva para el mismo, en la medida que no evitan la acción directa de los agentes atmosféricos y no erradican definitivamente las causas que han provocado movimientos de la estructura.
Frente a esta situación, en el presente trabajo, a partir de una valoración actualizada del estado de conservación estructural del edificio, se proponen algunas medidas a corto y mediano plazo. Se espera con ello contribuir a la preservación de la estructura muraria y sus valores patrimoniales y aportar al debate planteado sobre la pertinencia o no de cubrir el recinto.
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