La Habana de las ficciones policiales de Leonardo Padura se adensa en distintos tiempos; sus calles son fragmentos de las calles que fueron o pudieron haber sido. La fábula está impregnada de la nostalgia del sujeto, atrapado en la utopía clausurada. En sus viajes por la ciudad se entrecruzan espacios y memorias. Mario Conde nos muestra las distintas ciudades que coexisten de modo casi fantasmal. El detective encuentra en la ciudad los espacios y los archivos y convierte a la memoria en la única arma contra la disolución.
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