María I. Tortosa Molina, Tatiana Strizhko, Mariagrazia Capizzi, María Ruz Cámara
Las emociones que otras personas expresan juegan un papel importante en las decisiones que tomamos en contextos sociales. Sin embargo, la mayoría de la investigación hasta la fecha se ha focalizado en la emoción subjetiva de la persona que toma la decisión, en vez de en la emoción mostrada por los compañeros en una interacción. Nuestro estudio se diseñó para explorar cómo las expresiones de felicidad y enfado de otras personas afectan a las respuestas de cooperación en un Juego de Confianza de interacciones múltiples. Los resultados muestran que los compañeros felices generan niveles de cooperación más altos que los enfadados, incluso después de interacciones repetidas en las que las emociones no predicen la tasa de cooperación de los compañeros. Dicho efecto desaparece cuando el significado social de las emociones se elimina del juego. Otro experimento adicional muestra que los participantes son capaces de aprender asociaciones específicas entre emociones discretas y diferentes tendencias cooperativas, aunque necesitan más evidencia cuando la asociación es contraria a las expectativas previas. En conjunto, nuestros resultados muestran que las emociones se emplean como señales en las interacciones entre personas, y que su efecto es duradero incluso en contextos en los que carecen de predictividad real.
Emotions displayed by others are pivotal ingredients of the decisions we make in social contexts. However, most of the research to date has focused on the subjective emotion of the decider rather than on the emotional expressions of the partners in the interaction. The present investigation was designed to explore how happy and angry facial expressions modulate cooperative responses in multi-round Trust Games. Our results show that happy partners generate higher levels of trust than angry partners even after repeated experience in a context in which emotional displays are not predictive of the partners’ cooperation rates. This effect disappears once the social meaning of emotional displays is removed from the game. An additional study shows that participants are able to learn specific associations between discrete emotions and positive or negative cooperative tendencies, although they need more evidence when the associations counteract prior expectations. Overall, our results stress the reliability of discrete emotions as cues in interpersonal interactions and the resilience of the effect of these positive and negative cues in contexts in which they lack real predictive power.
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