Los islamistas bangladesíes, marginados por su colaboración con Pakistán durante la guerra de liberación de 1971, están recuperando poco a poco su influencia. Algunos han pasado a la acción violenta. Los asesinatos de personalidades ateas y progresistas, que se han multiplicado estos últimos años, y el atentado perpetrado en Dacca este verano han situado a la primera ministra, Sheij Hasina, frente a sus responsabilidades.
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