Apenas una treintena de cuadros se conservan de Clara Peeters en distintas pinacotecas del mundo. En su gran mayoría bodegones de gran belleza y precisión artística. Y una pequeña peculiaridad. En muchos de ellos, reflejados en los objetos que inmortalizó con su pincel, diminutos retratos de su rostro o su nombre grabado para al eternidad. Su talento se comparte ahora para el gran público en una exposición única en el Museo del Prado. La primera que la pinacoteca española dedica a una mujer.
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