Con el objetivo de inmunizar la Casa Blanca de Bush frente a los casos relacionados con abusos a detenidos desarrollados en el marco de la guerra contra el terrorismo, sus asesores legales pervirtieron las leyes que prohibían la tortura. Más recientemente, se ha demostrado que la CIA confabuló con la Asociación Americana de Psicología, para reescribir su código de conducta ética y permitir a psicólogos participar en interrogatorios agresivos y en torturas. El cambio de consultor a psicólogo operacional directamente implicado marca un importante desarrollo en lo que se describe en este artículo como tortura clínica. Además, la adopción de un nuevo rol en el programa de interrogación y tortura demuestra la dinámica del rumbo del triángulo de atrocidad en el que están implicados responsables, víctimas y testigos. Los psicólogos en concreto pasan de ser testigos a convertirse en responsables, dejando de lado su obligación de no dañar. Este artículo analiza los matices del triángulo de atrocidad y la situación de crear atrocidad, expuestos por Stanley Cohen y Robert Jay Lifton. A lo largo del texto se analizan las implicaciones en los juicios a criminales pertenecientes a bandas organizadas.
So as to immunize the Bush White House against cases involving the abuse of detainees held under the war on terror, its legal advisors warped laws prohibiting torture. More recently, evidence reveals that the CIA colluded with the American Psychological Association (APA) to rewrite an ethics policy that would enable psychologists to participate in harsh interrogations as well as torture. The shift from consultant to that of a hands-on operational psychologist marks a significant development in what is described herein as clinical torture. Moreover, the adoption of a new role in the interrogation and torture program demonstrates the dynamics of drift in the atrocity triangle that features perpetrators, victims, and bystanders. Specifically, psychologists progress from bystanders to becoming perpetrators in ways that abandon their obligation to do no harm. This article explores the nuances of the atrocity triangle and the atrocity-producing situation set forth by Stanley Cohen and Robert Jay Lifton. Implications to the prosecution of group offenders are discussed throughout.
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