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Resumen de La creatividad que se experiencia

Tim Ingold

  • español

    En muchas ocasiones se presenta la creatividad como un factor enigmático que explica la emergencia espontánea de lo radicalmente nuevo. La obsesión con la novedad supone, sin embargo, un enfoque hacia los productos finales y una atribución retrospectiva de sus formas a ideas sin precedentes surgidas en la mente de los individuos. Esta obsesión impide reconocer el potencial de generación formal de las relaciones y procesos en los que cosas y personas se hacen y crecen. En estos procesos se acostumbra a pedir a los practicantes que copien las obras de maestros pasados. A pesar de dejarse guiar por un guión o partitura al hacerlo, cada individuo ha de improvisar su propio camino a través de la variedad de tareas que supone cualquier práctica.

    Con ejemplos extraídos de los ámbitos de la música, la caligrafía y el encaje de bolillos, muestro que las fuentes de la creatividad no residen en la cabeza de la gente, sino en su atender a un mundo en constante formación.

    Para este tipo de creatividad, experienciada en lugar de hecha, la imaginación no consiste tanto en la capacidad de topar con nuevas ideas como en el impulso aspiracional de una vida que no es únicamente vivida, sino también guiada. Pero hacia un destino aún no fijado. Al abrirse a lo desconocido, al resultar expuesta, la imaginación no guía a través de la maestría, sino de la entrega. Por tanto la creatividad que se experiencia, la de la acción sin agencia, es la de la vida misma.

  • English

    Creativity is often portrayed as an X-factor that accounts for the spontaneous generation of the absolutely new.

    Yet the obsession with novelty implies a focus on final products and a retrospective attribution of their forms to unprecedented ideas in the minds of individuals, at the expense of any recognition of the form-generating potentials of the relations and processes in which persons and things are made and grown. In these processes, practitioners are characteristically called upon to copy the works of past masters. However, though they may be guided by a script or score, every practitioner has to improvise his or her own passage through the array of tasks the performance entails. With examples from music, calligraphy and lace-making, I show that the wellsprings of creativity lie not inside people’s heads, but in their attending upon a world in formation. In this kind of creativity, undergone rather than done, imagination is not so much the capacity to come up with new ideas as the aspirational impulse of a life that is not just lived but led. But where it leads is not yet given. In opening to the unknown — in exposure — imagination leads not by mastery but by submission. Thus the creativity of undergoing, of action without agency, is that of life itself.


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