Al empezar a ojear el evangelio de Lucas, el lector encuentra a María de Nazaret. En ella aprende enseguida cuál puede ser su propia relación con el Señor. A través de ella ve cómo la gracia de Dios convierte la humanidad en belleza y saborea de antemano la alegría final del Reino. Aprende así que el amor de Dios es regalo para todos, pero que no es un automatismo. Quien presume de ser justo pierde gracia y justicia. La misericordia es para los pequeños que la desean de pensamiento y palabra, la acogen en la fe obediente y la cantan en la alabanza.
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