El actual conflicto internacional sitúa a la socialdemocracia en un aposición compleja, en la que tiene que aunar su actitud no-belicista tradicional con las necesidades de auto-defensa frente a terrorismos que operan desde estructuras dictatoriales y militarizadas implacables. Hay que entender que, si bien todos somos responsables de las desigualdades y problemas de este mundo injusto, no habrá arreglo si los Estados en donde menos libertad y más pobreza no cambian y si no respetan unas reglas internacionales que eviten la actuación impune de dirigentes fanáticos y corruptos.
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