Se revalúa el concepto de Desarrollo, conceptuándolo como la armonización dinámica del antagonismo entre la participación de los seres humanos concretos en la toma de decisiones como en la riqueza socialmente producida. Esta puede ser apropiada para satisfacer las necesidades individuales y presentes, compatibilizándose con la necesaria acumulación que asegure el desarrollo de las fuerzas productivas y la satisfacción de las necesidades colectivas y futuras. Pone en evidencia que, en países signados por la escasez dicha armonización dinámica se torna crítica. Finaliza planteando que se trata de buscar permanentemente, creando las condiciones, para lograr la unidad entre el ser humano y su sociedad; entre el ser humano y los medios de producción; entre el ser humano y el fruto de su trabajo.
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